La leyenda
Cuenta la leyenda que en la ribera izquierda del rio Onyar, en el barrio del Mercadal, había un convento de monjas poco devotas y que llevaban una vida desordenada. Entre ellas, había una novicia con verdadera vocación religiosa que les recriminaba la vida que llevaban. Las otras monjas, para no escuchar sus reproches, la encerraron en una celda en el subterráneo del convento. Estuvo encerrada durante muchos años y a causa de la oscuridad y la humedad, le salieron escamas hasta quedar convertida en un cocodrilo. Pero, gracias a la pureza de su alma, también le salieron en la espada unas maravillosas alas de mariposa, de colores muy bonitos, transformándose así en Cocollona, medio cocodrilo (cocodril en catalán), medio mariposa (papallona en catalán).
Cuando murió, se veía su fantasma nadando por el rio Onyar, muy cerca de donde fue encarcelada. Dicen que solo las noches de luna llena, durante el crepúsculo, las almas sensibles podían ver el fantasma de la Cocollona nadando por el río hasta que salía el primer rayo de luz.

Marioneta de la Cocollona, diseñada y creada por Carles Vivó
El nombre de Can Cocollona
El porqué escogimos esta leyenda para dar nombre a nuestra casa se encuentra en la tradición. Este nombre representa el territorio, la cultura oral y los valores con los que nos identificamos y que queremos transmitir.
De forma local, queremos difundir la cultura de la calle, la que se transmite de manera oral, la que casi estamos perdiendo. Muchas veces los visitantes de Girona se van sin conocer prácticamente las leyendas tan típicas como la Cocollona, el Tarlà, el Banyeta, el Xuixo…
La palabra “can” en catalán es la contracción de “casa” y se usa de manera muy acogedora. Así, la combinación de estas dos palabras nos pareció idónea para darnos a conocer y transmitir nuestros valores.